ENTREVISTA: MARÍA JOSÉ DÍAZ-AGUADO Catedrática de Psicología de la Educación
J. A. AUNIÓN - Madrid - 12/03/2011
Pregunta. ¿En qué se nota esa tendencia?
Respuesta. En la frecuencia con la que se produce este problema, se está reduciendo. Las respuestas, tanto de los padres y los profesores como de los alumnos, son de mucho mayor rechazo. Por ejemplo, cuando preguntamos a los adolescentes si han escuchado el consejo "cuando te pegan, pega", que en otras épocas era mayoritario, hoy dice que lo ha escuchado con frecuencia el 27%. Por el contrario, los consejos más escuchados proponen alternativas a la violencia: recurrir a la autoridad, ignorar el problema o convencer de que hay alternativas para resolver pacíficamente los conflictos. Además, a diferencia de lo que ocurría antes, ahora los adolescentes que empiezan a sufrir acoso o aislamiento tienden más a contarlo en casa. Esto se ve, por ejemplo, porque el número de alumnos que dicen no tener ningún amigo en el colegio es el mismo si se le pregunta a los adolescentes o a sus padres: el 1,2%.
P. En general, ¿cómo es el ambiente en las aulas?
R. La inmensa mayoría de las personas que están en la escuela, alrededor del 90%, percibe su situación como buena o muy buena. Pero también hay gente, a la que hay que prestar especial atención, que no lo percibe así, por ejemplo, a ese 1,2%. Además, un 4% de alumnos reconoce que molesta e impide e impide dar clases. Y un 15% se cambiaría de centro si pudiera.
P. ¿Y los profesores?
R. La inmensa mayoría, el 82%, dice que se siente bastante o muy orgulloso de trabajar como profesor, pero hay un pequeño porcentaje, en torno al 3%, que manifiesta un desgaste importante. La falta de disciplina en el aula, que dice sufrir el 21% de los docentes y que reconoce causar un 4% de los alumnos, es lo que más les desgasta. También se puede desgastar si trabaja en situación de aislamiento. Así que es fundamental para el profesor el apoyo que recibe de sus compañeros, del equipo directivo y de las familias.
P. ¿Por qué se produce la indisciplina? ¿El problema es mayor que antes?
R. Siempre ha existido, pero sí, probablemente hay más ahora. La revolución tecnológica aumenta la dificultad para el esfuerzo, la atención y la memoria controlada de los alumnos -les pasa también a los adultos, aunque en menor medida-. Los procesos del mundo digital están cambiando todo eso, y la escuela tiene que tenerlo en cuenta. Se nota también en la Universidad, donde tampoco se puede dar hoy una clase como hace 20 años. Entre otras cosas, hay que darle mucha más participación al alumno. Y esto pasa mucho más con los nativos digitales, es decir, los alumnos que ahora están en primaria y secundaria. Además, la forma de manifestar el respeto a la autoridad también ha cambiado como consecuencia de un cambio mucho más profundo en toda la sociedad.
P. Pero ¿es verdad que el profesor ha perdido autoridad?
R. El 58% de las familias lo creen, pero hay otro 42% que no. Sin embargo, los padres también sienten que han perdido autoridad, luego no sería un problema específico del aula, sino de toda la sociedad.
P. En cualquier caso, ¿qué se puede hacer desde la escuela?
R. Ejercer la autoridad y transmitir confianza al mismo tiempo. Es decir, ejercer una autoridad basada en la confianza, la autoridad de referencia en contraposición a la basada en el miedo [castigar a la más mínima falta]. Los alumnos de profesores que tienen autoridad de referencia perciben mejor convivencia. También los directores que creen que su profesorado tiene ese tipo de autoridad perciben mejor convivencia en sus centros.
P. ¿En qué consiste esa autoridad?
R. Cuando los alumnos ven que el profesor les ayuda a alcanzar objetivos, le perciben como un aliado que está ahí para ayudarles, como alguien al que se puede acudir para buscar soluciones justas a los conflictos. Es decir, que le perciben como una autoridad moral, una referencia.
P. Entonces, ¿hay que olvidarse de las sanciones?
R. Lamentablemente, la sanción tiene que seguir existiendo. Sin embargo, el estudio nos dice que para los estudiantes las sanciones suelen ser justas, pero ineficaces. Y lo mismo notan los profesores y los directores. Y es un problema que también tienen muchas familias en sus casas. Rechazan los patrones de abuso de poder, y eso es bueno, pero no han encontrado otras formas para evitar que los chicos transgredan los límites.
P. ¿En qué consiste la herramienta para diagnosticar la convivencia?
R. Tanto los profesores como los alumnos responden a un cuestionario breve. E inmediatamente los responsables del centro pueden obtener el autodiagnóstico. Habrá absoluta confidencialidad; solo el propio centro, a través de su equipo directivo, tendrá ese resultado. Con una evaluación de 0 a 10, podrán saber, por ejemplo, si su profesorado sufre desgaste emocional, cómo perciben los alumnos la calidad de la relación con sus compañeros y con los profesores o la eficacia de las sanciones. El siguiente paso es automatizar la conexión de ese diagnóstico con los recursos y las herramientas para combatir los problemas concretos. La herramienta informática se va a proporcionar seguramente en las próximas semanas en toda España a través de las comunidades autónomas (esperamos que lo hagan las 17) y desde el Ministerio de Educación.
El País
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