Andrés Oppenheimer
Martes 26 de abril de 2011
La lista de la revista está encabezada por Wael Ghonim, el joven ejecutivo egipcio de Google que desencadenó la revuelta popular que derrocó al ex dictador egipcio Hosni Mubarak, seguido por empresarios, inventores, artistas y personalidades del deporte, casi todos ellos norteamericanos.
Entre los que ocupan los primeros puestos están el economista de la Universidad de Columbia y premio Nobel Joseph Stiglitz, el fundador de la empresa de alquiler de películas por Internet Netflix, Reed Hastings; el educador de Harlem, Geoffrey Canada, y el fundador de la red social Facebook, Mark Zuckerberg.
Pero los dos únicos latinoamericanos que integran la lista son la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en el puesto número 27, y el jugador de fútbol argentino Lionel Messi, en el puesto 86. Comparativamente, pude contar siete africanos en la lista, casi todos ellos relacionados con las recientes insurrecciones en Africa del Norte.
¿América latina ha desaparecido del mapa?, les pregunté a varios economistas y politólogos. Casi todos ellos soltaron una carcajada, y dijeron que no se puede tomar en serio la lista de Time . Resulta difícil explicar por qué no incluyó al magnate mexicano Carlos Slim, el hombre más rico del mundo y dueño, entre otras cosas, de una buena parte de The New York Times. O al magnate brasilero Eike Batista, el octavo hombre entre los más ricos del planeta, según la revista Forbes .
O a Shakira, la cantante colombiana que está entre las más famosas y acaudaladas del mundo, y que fue elegida para cantar en la inauguración de la Copa Mundial de Fútbol del año pasado en Sudáfrica. O al reciente ganador del Premio Nobel de Literatura peruano, Mario Vargas Llosa, cuyas obras se leen en todo el mundo. O al artista colombiano Fernando Botero. La lista podría ampliarse con suma facilidad.
Incluso si uno mira el mundo desde una perspectiva norteamericana, Estados Unidos exporta a América latina tres veces más que a China, y depende mucho más de la región para sus importaciones de petróleo que de Arabia Saudita.
Pero aunque los editores de Time tienen una visión miope del mundo, también es cierto que América latina no ha logrado quebrar el estereotipo existente en algunos sectores del mundo desarrollado de que la región no va para ninguna parte.
Un gigante dormidoMuchos en Estados Unidos, Europa y en China ven a América latina como un gigante dormido, que parece empezar a despertarse cuando suben los precios de las materias primas, pero vuelve a su letargo cuando esos mismos precios bajan. Entre los datos que podrían avalar una visión desesperanzada del futuro de la región están:
-El porcentaje de la economía mundial que corresponde a América latina ha quedado prácticamente estancado en las últimas cinco décadas: paso del 6 por ciento del Producto Bruto Mundial en 1960 al 7 por ciento actualmente, según los Indicadores de Desarrollo Mundial 2011 del Banco Mundial. Comparativamente, la proporción de China se duplicó del 4 al 8 por ciento en el mismo período.
-La reducción de la pobreza en América latina ha sido marginal en las últimas tres décadas. Mientras que China redujo su porcentaje de pobres -personas que viven con menos de US$ 1,25 diarios- del 84 al 16 por ciento de su población desde el año 1981, América latina sólo redujo su porcentaje de los más pobres del 12 al 8 por ciento desde ese mismo año, según los datos del Banco Mundial.
-La proporción latinoamericana de las inversiones mundiales en investigación y desarrollo es penosa. Sólo el 2,3 por ciento de todas las inversiones mundiales en investigación y desarrollo se hacen en la región, comparadas con el 36 por ciento en Estados Unidos y en Canadá; el 31 por ciento, en Europa, y el 28 por ciento, en Asia, según los indicadores de la Red Iberoamericana de Ciencia y Tecnología (Ricyt).
Mi opinión: Los editores de la revista Time viven en un mundo que ya no existe, en que todo lo que importaba ocurría únicamente en Estados Unidos. No puedo creer que seriamente crean que el alcalde de Newark, o el gobernador de Nueva Jersey -que aparecen en puestos altos de la lista- son más influyentes que Slim, o que Shakira. Lo único bueno del despiste de Time es que podría ayudar a que muchos latinoamericanos se den cuenta de que, contrariamente a lo que suelen decirles sus presidentes, la región aún debe convencer al mundo de que se ha convertido en un actor global de primera línea.
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