Alejandra Rey
LA NACION
Martes 24 de mayo de 2011 |
El cuaderno de Maya es, quizá, la novela más curiosa de Isabel Allende, una de las autoras más prolíficas de América latina. Se trata de la desgarradora historia de una adolescente norteamericana, Maya, que sucumbe a las drogas y el alcohol y que debe huir porque todos la persiguen para matarla. El relato roza el policial, un género en el que la autora chilena no había incursionado.
Allende, cuyos libros constituyen fenómenos de ventas, dialogó con LA NACION desde su casa en Los Angeles. Habló de su nueva obra, que será editada próximamente, de su vida privada y de la exhumación de los restos de su tío, el ex presidente Salvador Allende, realizada ayer.
-¿Por qué eligió la temática de la droga y lo policial?
-El asunto de la droga lo he vivido con los tres hijos de mi marido. La hija de Willie (Gordon) murió de una sobredosis, el mayor se ha pasado la vida entrando y saliendo de instituciones de rehabilitación y el menor es el único que se salvó de la heroína. Lo peor fue lo de la hija, que hasta llegó a prostituirse.
-¿Y cómo tomó su marido que la temática se asemejara a lo que le tocó vivir a él?
-Lo tomó bien. Cuando nos conocimos, hace 25 años, me invitó a comer y me contó todo. Yo venía de un mundo diferente. Acá [por los Estados Unidos] se criminaliza la droga, en vez de ver el tema como un problema de salud.
-¿Usted está a favor de la despenalización de la droga?
-Por supuesto.
-¿La hija de Willie tenía familia? ¿Qué pasó con ella?
-Sí, Sabrina, que acaba de cumplir 18 años, fue adoptada por una pareja amiga mía y la criaron bien.
-¿Se parecen Maya y Sabrina?
-No, es una síntesis, una chica imaginada. La abuela Nini (uno de los personajes de la novela) creo que soy yo, una pesada y que no tengo problemas en darles un chirlo a los niños cuando se portan mal.
-El otro gran personaje es Popo, el abuelo de Maya...
-Popo es alguien que yo hubiera querido tener en mi infancia. Cuando Maya queda sola, busca ese rumbo, el de Popo. Cuando está en el pozo sabe que puede llamar a Nini e incluso habla con Popo, que se murió.
-Como usted, ¿verdad? ¿Usted habla con los que no están?
-Sí, es verdad, escucho voces mágicas. Yo paso tantas horas al día sola y escribiendo que tengo la sensibilidad que me da el silencio para poder oír. Yo puedo sentir la voz de mi abuelo, de mi abuela, de Paula [su hija muerta]. Salgo a caminar en silencio y siento las voces, la voz de los espíritus.
-¿Y sus nietos qué dicen?
-[Se ríe] Dicen que tengo un pueblo dentro de mi cabeza y vivo en ese pueblo. Una nieta dice que yo siempre me acuerdo de lo que nunca pasó.
-¿Está de acuerdo con la nueva autopsia a Salvador Allende?
-Sí, claro. Siempre hubo dudas, a pesar de que todo indica que fue un suicidio. Allende nunca se iba a entregar ni se hubiera ido al exilio, por eso creemos que se suicidó. Pero también puede que lo hayan matado.
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