11 de janeiro de 2012

Bullying’ una responsabilidad de niños y adultos


 MALENA MARCHÁN

ESPECIAL/EL NUEVO HERALD

Escuchar una noticia sobre un menor de edad que se suicidó debido a la intimidación o bullyingque sufría por parte de sus compañeros, no es poco común. Al contrario, cada vez se habla más del tema y más campañas se organizan para combatir esta triste realidad. Sin embargo, las estadísticas siguen siendo alarmantes. Según datos de bullyinstatistics.org en el 2010, casi tres millones de jóvenes alrededor del país fueron víctimas de algún tipo de intimidación o agresión.
“La solución es hacer una revolución cultural”, explica el autor y también víctima del bullying, Todd Patkin. “Mis agresores abusaban de mí verbalmente, me empujaban, me tiraban mis bebidas y mis libros, hasta el punto de que odiaba ir al colegio o asistir a reuniones sociales”, explica.
Una “revolución cultural” es según Patkin, crear mecanismos para que el bullying, sea inaceptable y haya absolutamente “cero tolerancia” para cualquier tipo de conducta que lastime a otro.
Patkin compara la intimidación con el problema de conducir bajo efectos del alcohol. “Años atrás, este tipo de conducta no era considerado un problema grave hasta que un grupo de madres creó una organización llamada Madres Contra los Conductores Ebrios (MADD por sus siglas en inglés) que ha logrado cambiar cómo piensan los estadounidenses sobre el tema”. Dice que lo mismo debe ocurrir con el bullying.
Hasta el momento, las campañas se han basado en sancionar a los agresores, alentar a las personas que presencian algún incidente a que hagan la denuncia y, por último, en las víctimas para que busquen ayuda. “Se ha puesto demasiada responsabilidad en los jóvenes pero los padres también deben ser proactivos y criar a niños de tal forma que no sean ellos los agresores”, indica.
Lo mismo piensa Giselliz Mercado, en Puerto Rico. Su hijo de nueve años de edad sufrió una paliza tan fuerte, por parte de un grupo de alumnos más grandes que él, que terminó en el hospital. Tuvo que cambiar al niño de colegio y después de casi dos años, el niño se está recuperando del trauma.
“Tengo tres niños, si cometen un error, yo me siento y hablo con ellos, pero no todas las familias son iguales”, afirma. Los expertos coinciden en que la conducta de un agresor o intimidador es aprendida a raíz de lo que vive y presencia en su casa. También puede ser una forma de ocultar su inseguridad y falta de autoestima.
Después de casi dos años, Mercado ha logrado que los tribunales en Puerto Rico acojan su causa. “Luego del incidente contra mi hijo, nadie hizo nada y el colegio nunca sancionó a los culpables”, pese a que su hijo alertó a una autoridad de que estaba siendo agredido.
En estos momentos está a la espera del dictamen de una juez sobre una demanda contra el Ministerio de Educación. “No me doy por vencida y espero que se haga justicia. Me gustaría que cambien leyes sobre el tema, que den ayuda psicológica a los niños que cometen estos actos contra los demás y también a sus padres”, agrega.
Llamar con palabras obscenas y denigrantes a una persona, intimidarla, amenazarla, burlarse de ella, aislarla, quitarle sus pertenencias y humillarla intencionalmente delante de los demás es la conducta propia de un ‘matón’, o un bully como se conoce en inglés.
La Academia Americana de Psiquiatría Infantil y de Adolescentes (ACPA por sus siglas en inglés) afirma que la mayoría de los niños han sido molestados en algún momento, pero hay un 10 por ciento que sufre burlas y humillaciones de forma regular.•

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