31 de maio de 2012

La alta tasa de fracaso universitario inquieta a Francia




La licenciatura es el eslabón débil de la enseñanza superior en Francia, y ese es un diagnóstico que comparten la izquierda y la derecha: el 48% de los estudiantes matriculados en primero (280.000 en 2008) no pasa a segundo, y apenas el 38% culmina sus estudios en los tres años previstos para el primer ciclo.
Este índice de fracasos al terminar el primer año se convierte en más del 80% entre los estudiantes procedentes del bachillerato tecnológico y profesional (que constituyen el 17% de los alumnos de primero e incluso el 30% en algunas carreras). Peor preparados para los estudios superiores, en su mayoría, que los estudiantes que han hecho el bachillerato clásico general, las universidades no de élite los aceptan, de todas formas, porque en teoría no tienen ninguna prueba de acceso.
El «filtro» se pone en práctica de la peor manera posible, al final del primer curso, sobre todo en las carreras más demandadas, como derecho o medicina, en las que solo pasa a segundo el 15% de los alumnos después de un examen de selección muy exigente en el que se disputan un número limitado de plazas.
La peculiaridad del doble sistema francés (por un lado las Grandes Écoles, muy selectas, y por otro las universidades, abiertas a todos) crea una competencia desigual. Las primeras atraen a los mejores alumnos, lo cual acentúa las dificultades de acceder a las segundas. En 1996, el 40% de los estudiantes que habían terminado el bachillerato tenían intención de ir a la universidad; en 2008, ya no eran más que el 31%, es decir, una cuarta parte menos.
La consecuencia es que los profesores e investigadores en las universidades ven llegar a un nuevo grupo de alumnos, con un nivel más bajo que antes. Algunos piden el restablecimiento de algún tipo de selectividad o de un año de preparación, para no devaluar su nivel de enseñanza, pero no es esa la vía que han escogido los sucesivos Gobiernos.
En 2007, la derecha puso en marcha el programa "Conseguir la licenciatura" para reducir el índice de fracasos a la mitad en cinco años, con medios económicos suplementarios (670 milliones de euros) y la instauración de un número mínimo de horas de clase (500 horas al año durante tres años), pero sus resultados son discretos. Hoy, la izquierda tiene la intención de abordar el fracaso en el primer ciclo universitario con una mejor orientación, por ejemplo, pero excluye cualquier tipo de selección. Para algunos especialistas en ciencias de la educación también es necesario dar a los enseñantes universitarios una formación pedagógica.

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