La posición social de los padres determina las posibilidades de formación de los hijos en Alemania
ROLAND PREUSS Munich 31 MAY 2012 -
Visto desde fuera, este debate puede parecer extraño, una especialidad alemana como lo fue en el pasado la indignación por la muerte de los bosques o las centrales nucleares. Al fin y al cabo, en estos momentos, prácticamente no hay otro país europeo al que le vaya tan bien desde un punto de vista económico como a la República Federal Alemana y eso hace que las perspectivas que tienen los jóvenes de conseguir un empleo y ascender sean muy halagüeñas. Pero Alemania también es famosa por ser el país de los papeles, de las calificaciones y los certificados. Son el salvoconducto de entrada a las empresas y hay que ganárselos primero.
Y es ahí donde se origina el debate sobre la equidad educativa en las escuelas: en ellas, el éxito de los niños sigue dependiendo en gran medida de si los padres son trabajadores o tienen un título superior, de si traen a casa 1.000 o 4.000 euros al mes. Quien nace pobre, aunque sea inteligente, no será considerado apto para el bachillerato y, más tarde, no pasará de ser un trabajador con un salario bajo; así de contundentemente se puede formular esa falta de igualdad de oportunidades. El informe Pisa, el primer estudio internacional sobre educación, ponía de manifiesto este problema en el año 2000 causando una auténtica conmoción. Desde entonces se han hecho algunas cosas: según el último estudio Pisa del año 2010, Alemania ya está dentro del pelotón europeo en lo que respecta a permeabilidad social. No es una buena posición, al menos en opinión de muchos investigadores y políticos vinculados al ámbito educativo que, en un espectro que abarca hasta la CDU, reclaman mejores oportunidades para los niños cuyos padres carecen de estudios superiores.
Existen varios factores que explican el fuerte y pertinaz vínculo entre la procedencia social y el éxito en los estudios. Recientemente una investigación llevada a cabo por la Universidad Técnica de Dortmund y de la Fundación Bertelsmann constataba la relación recíproca entre el ascenso personal y los colegios de jornada completa. En aquellos centros donde los alumnos también reciben asistencia o clases por las tardes, los alumnos procedentes de hogares con menos recursos tienen mejores oportunidades. Porque, como los niños permanecen juntos más tiempo y en un mismo entorno, la influencia de los padres es menor. Pero, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en Francia, la escuela de jornada completa aún no es la norma en Alemania.
No obstante, los padres desempeñan un papel fundamental, por ejemplo, a la hora de elegir la escuela donde deben estudiar sus hijos. En ese sentido, muchos padres con menos recursos tienden a no enviar a sus hijos a centros que preparan para acceder a los estudios superiores aunque los niños saquen buenas notas, explica David Deissner, experto en educación de la Fundación Vodafone. Rehúyen las inversiones en formación o las consideran innecesarias. “El graduado escolar ya es instrucción suficiente”; así podría formularse esa actitud. A su vez, los profesores recomiendan a los niños de familias de clase baja que hagan el bachillerato más raramente que a los niños de “buena familia”, aunque hayan obtenido las mismas notas, tal como han documentado varios estudios.
El hecho de que esa recomendación se convierta en un verdadero problema en lo que respecta a la igualdad de oportunidades se debe a su vez a una especialidad genuinamente alemana: el sistema educativo tripartito, es decir, la división en enseñanza general básica, enseñanza media y bachillerato preuniversitario. Una vez que un alumno va a parar a un tipo de enseñanza determinada, por lo general suele seguir en ella, como también ha puesto de manifiesto recientemente el análisis de la diferencia de oportunidades educativas. En el ínterin, varias regiones se han propuesto demoler estas tres columnas para sustituirlas por un único pilar que recibirá el nombre de escuela común o escuela secundaria. Se puede considerar este planteamiento como claro seguidor de modelos europeos, por ejemplo, del modelo finlandés, con sus escuelas integradas que han contribuido a que el país ocupe permanentemente puestos punteros en el informe Pisa.
La posición social de los padres determina las posibilidades de formación de los hijos en Alemania
Visto desde fuera, este debate puede parecer extraño, una especialidad alemana como lo fue en el pasado la indignación por la muerte de los bosques o las centrales nucleares. Al fin y al cabo, en estos momentos, prácticamente no hay otro país europeo al que le vaya tan bien desde un punto de vista económico como a la República Federal Alemana y eso hace que las perspectivas que tienen los jóvenes de conseguir un empleo y ascender sean muy halagüeñas. Pero Alemania también es famosa por ser el país de los papeles, de las calificaciones y los certificados. Son el salvoconducto de entrada a las empresas y hay que ganárselos primero.
Y es ahí donde se origina el debate sobre la equidad educativa en las escuelas: en ellas, el éxito de los niños sigue dependiendo en gran medida de si los padres son trabajadores o tienen un título superior, de si traen a casa 1.000 o 4.000 euros al mes. Quien nace pobre, aunque sea inteligente, no será considerado apto para el bachillerato y, más tarde, no pasará de ser un trabajador con un salario bajo; así de contundentemente se puede formular esa falta de igualdad de oportunidades. El informe Pisa, el primer estudio internacional sobre educación, ponía de manifiesto este problema en el año 2000 causando una auténtica conmoción. Desde entonces se han hecho algunas cosas: según el último estudio Pisa del año 2010, Alemania ya está dentro del pelotón europeo en lo que respecta a permeabilidad social. No es una buena posición, al menos en opinión de muchos investigadores y políticos vinculados al ámbito educativo que, en un espectro que abarca hasta la CDU, reclaman mejores oportunidades para los niños cuyos padres carecen de estudios superiores.
Existen varios factores que explican el fuerte y pertinaz vínculo entre la procedencia social y el éxito en los estudios. Recientemente una investigación llevada a cabo por la Universidad Técnica de Dortmund y de la Fundación Bertelsmann constataba la relación recíproca entre el ascenso personal y los colegios de jornada completa. En aquellos centros donde los alumnos también reciben asistencia o clases por las tardes, los alumnos procedentes de hogares con menos recursos tienen mejores oportunidades. Porque, como los niños permanecen juntos más tiempo y en un mismo entorno, la influencia de los padres es menor. Pero, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en Francia, la escuela de jornada completa aún no es la norma en Alemania.
No obstante, los padres desempeñan un papel fundamental, por ejemplo, a la hora de elegir la escuela donde deben estudiar sus hijos. En ese sentido, muchos padres con menos recursos tienden a no enviar a sus hijos a centros que preparan para acceder a los estudios superiores aunque los niños saquen buenas notas, explica David Deissner, experto en educación de la Fundación Vodafone. Rehúyen las inversiones en formación o las consideran innecesarias. “El graduado escolar ya es instrucción suficiente”; así podría formularse esa actitud. A su vez, los profesores recomiendan a los niños de familias de clase baja que hagan el bachillerato más raramente que a los niños de “buena familia”, aunque hayan obtenido las mismas notas, tal como han documentado varios estudios.
El hecho de que esa recomendación se convierta en un verdadero problema en lo que respecta a la igualdad de oportunidades se debe a su vez a una especialidad genuinamente alemana: el sistema educativo tripartito, es decir, la división en enseñanza general básica, enseñanza media y bachillerato preuniversitario. Una vez que un alumno va a parar a un tipo de enseñanza determinada, por lo general suele seguir en ella, como también ha puesto de manifiesto recientemente el análisis de la diferencia de oportunidades educativas. En el ínterin, varias regiones se han propuesto demoler estas tres columnas para sustituirlas por un único pilar que recibirá el nombre de escuela común o escuela secundaria. Se puede considerar este planteamiento como claro seguidor de modelos europeos, por ejemplo, del modelo finlandés, con sus escuelas integradas que han contribuido a que el país ocupe permanentemente puestos punteros en el informe Pisa.
Nenhum comentário:
Postar um comentário