Nora Bär
Jueves 16 de diciembre de 2010
Más allá de las controversias en torno del creador de Facebook, Mark Zuckerberg, elegido "hombre del año" por la revista Time , es interesante verificar cómo las computadoras, y la conectividad que permiten, están jugando un papel cada vez más crucial también en la ciencia. Sin ese poder de cómputo y la facilidad para trabajar a distancia, gran parte de los más ambiciosos proyectos científicos de hoy serían imposibles.
Cuando miles de investigadores descifraron el genoma humano, hace una década, se requirieron cientos de máquinas. Hoy, una única computadora puede decodificar tres genomas en una semana. Y se espera que, dentro de no mucho tiempo, ese lapso sea mucho más breve aún.
En el Observatorio Pierre Auger, que desde Malargüe, en Mendoza, intenta resolver el enigma de los rayos cósmicos de más altas energías, que registra con una red de 1600 detectores distribuidos cada uno a un kilómetro y medio del otro sobre una superficie de 3000 km2, participan simultáneamente 250 científicos que trabajan en más de 30 instituciones diferentes ubicadas en 19 países.
El equipo de la doctora María Teresa Dova, en la Universidad Nacional de La Plata, sigue en tiempo real las infinitesimales colisiones que se registran en las entrañas del Gran Colisionador de Hadrones, el acelerador de partículas más grande y energético del mundo, enterrado cien metros bajo tierra cerca de la ciudad de Ginebra, en Suiza, y se comunica con más de 2000 físicos y cientos de centros científicos de 34 países, sin moverse de la capital de la provincia de Buenos Aires.
Veinticuatro horas por día y siete días a la semana, algunos de los instrumentos más sensibles diseñados en la historia, como telescopios, sismógrafos, boyas meteorológicas y otros, obtienen y guardan cantidades verdaderamente inconmensurables de datos. Las computadoras, alimentadas con programas matemáticos, ayudan a procesarlos y desarrollar modelos que luego ponen a prueba hipótesis que es imposible someter a experimentación, permiten que investigadores a todo lo ancho del globo colaboren en la resolución de problemas. Así las cosas, todo permite anticipar que, como afirma la Royal Society, éste, el XXI, será "el siglo de la ciencia".
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