Gianfranco Pasquino, intelectual italiano de gran trayectoria, contó a Infobae América por qué Hollande ha conquistado parte del electorado de su país y cómo en el resto de la Unión empiezan a seducir las ideas socialistas
¿Cuál es su análisis de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas?
El presidente Nicolas Sarkozy no ha sido un buen presidente porque no ha cambiado casi nada. Ha sido mucho más débil ante la crisis que la canciller alemanaAngela Merkel y, por eso, los franceses quieren ahora un presidente más fuerte. Sarkozy no ha impulsado ninguna modificación significativa a nivel interno. Cuando fue ministro del Interior en el gobierno de (Jacques) Chirac adoptó incluso una postura mucho más severa con la inmigración que ahora. Frente a él, Hollandeparece tener mucha más credibilidad.
¿Quién es en realidad François Hollande?
Hollande es dirigente desde 2001 del Partido Socialista (PS), una fuerza histórica en Francia que ya tiene mayoría en el Senado. Es un hombre creíble, no hace promesas excesivas y se identifica con François Mitterrand, con quien el PS alcanzó la presidencia en 1981.
¿Por qué apostar, entonces, por un candidato socialista?
Como Sarkozy no ha mejorado el funcionamiento de la economía y ha estado muy subordinado a la Unión Europea y a Ángela Merkel, muchos en Francia consideran que el cambio puede venir con el socialismo, el cual propone, por ejemplo, que para impulsar el crecimiento hay que hacer pagar más a los ricos. Este discurso tiene su efecto sobre la opinión pública. Debe, además, tomarse en cuenta la influencia de lo que sucede en los Estados Unidos. La victoria de Bill Clinton fue la antesala de victorias en Europa, como Romano Prodi en Italia o Gerhard Schröder en Alemania. Cuando allí gana un presidente de centroizquierda, esto tiene resultados positivos para los partidos socialistas en Europa, que conquistan posiciones.
¿Qué significado tiene que los candidatos en primera vuelta Jean-Luc Mélenchon (de izquierda) y François Bayrou (de centro) le vayan a dar su voto?
Los socialistas han sido muy maltratados por Sarkozy, que ha tenido con ellos una actitud arrogante. Ahora están arropados por estos dos candidatos. Debe tenerse en cuenta que en junio se celebran las elecciones parlamentarias y Hollande podría desbancar la mayoría parlamentaria que ahora tiene la Unión por un Movimiento Popular (UMP) de Sarkozy con el apoyo de Mélenchon y Bayrou. Estos, al mismo tiempo, pueden llegar a acuerdos con Hollande en el Parlamento.
¿Cómo se circunscribe la posible victoria de Hollande dentro de la crisis europea?
El viento está soplando ligeramente a favor de los socialistas. Hollande puede ganar, el conservador (David) Cameron no ha tenido un gran éxito en las recientes elecciones municipales, posiblemente los socialistas en Italia recuperen cierto apoyo en las elecciones presidenciales de 2013, y lo mismo puede suceder con los socialdemócratas en los comicios federales de Alemania. Cierto, en todos estos países hay elecciones democráticas y pueden perder tanto unos como los otros.
Y en España, ¿por qué ganó un candidato conservador?
La crisis ha golpeado con mucha más dureza en este país que en Italia y en Francia. El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero fue considerado responsable y se lo castigó en las urnas, aunque la crisis en gran parte sea, sobre todo, culpa de los españoles, que vivieron por encima de sus posibilidades en un país en donde existió mucha especulación inmobiliaria.
Usted se ha especializado en política comparada. ¿Hay una relación entre la salida de Berlusconi del Gobierno y la posible de Sarkozy? ¿Tienen algo que ver en el modo de hacer política?
En algún sentido, hay una relación global entre ambos. Por cuanto pueda pensarse, Francia está votando contra un modo de hacer autoritario, excesivo. Éste era el comportamiento de Sarkozy, que no era muy distinto del de Berlusconi, a su vez exagerado. Los dos tenían elementos de espectacularidad. Es verdad que este efecto los ha golpeado a los dos. Por otra parte, hay una tercera persona que juega con un estilo excesivo de prepotencia, que es el primer ministro británico, David Cameron. Él se está jugando mucho en esto porque ha demostrado que tiene una tendencia a exagerar.
¿Cuánto peso tiene el voto castigo en Francia frente a la elección genuina por un candidato?
Yo no creo tanto en la mayoría de un voto castigo. La mayor parte de los electores quiere un Gobierno que pueda gobernar. Habrá quien esté enfadado con Sarkozy, pero al final los ciudadanos se decantan más por lo que la oposición promete. Cuenta más la promesa de una oposición creíble que un partido de Gobierno que no tiene más popularidad.
¿Por qué la candidata en la primera vuelta Marine Le Pen, de extrema derecha, consiguió tantos votos? ¿Qué ocurrirá con sus votantes en la segunda vuelta?
Deben tenerse en cuenta tres factores. Primero, que la extrema derecha ha existido en Francia al menos desde inicios del siglo pasado. El 10% de los electores en Francia es reaccionario. Incluso De Gaulle tuvo que negociar con ella, pese a que ésta quería eliminarlo. Segundo, hay elementos contingentes en este momento como lo es la inmigración. No se percibe que haya una integración multicultural, y hay sectores franceses que por eso votan a Le Pen. Por último, hay algunos votantes tradicionales de Sarkozy desilusionados que en esta última ocasión cedieron su voto a la candidata de extrema derecha. Es probable que alguno de esos votos, en esta segunda vuelta, vayan a parar a Sarkozy.
Si vence el PS, ¿habrá un cambio de política con un programa socialista real, contestatario a la UE?
No, pero se podrán llevar adelante políticas keynesianas que apuesten por una mayor inversión pública para hacer crecer la economía. Con Hollande existe esta posibilidad. Además, Hollande y el primer ministro Mario Monti se apoyan. Y el Banco Central Europeo (BCE), comandado por otro italiano (Mario Draghi), también está interesado en el crecimiento. Draghi ha dicho siempre que debe haber un control del gasto, pero también quiere un empujón hacia el crecimiento. Monti está de acuerdo, y Draghi puede ejercer ahora presiones sobre los alemanes reduciendo el rigor excesivo y permitiendo más inversiones.
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