14 de junho de 2014

“Falta voluntad política para perseguir la violencia sexual ”

La abogada estadounidense define estos delitos como " una agresión a la toda comunidad"


La abogada y jusrita Patricia Sellers. / BERNARDO PERÉZANI
Patricia Sellers (Filadelfia, EE UU, 1954), lleva tres décadas trabajando para documentar y perseguir crímenes de género en todo el mundo. Se ha especializado también en violencia sexual, sobre todo aquella que se produce en conflictos armados o como ataque sistemático a la población civil. Sellers, que fue abogada en el Tribunal Especial para la Antigua Yugoslavia y que ahora es asesora especial de la fiscalía de la Corte Penal Internacional y profesora visitante en Oxford, define estas agresiones como “un ataque contra la comunidad internacional”. Como tal, afirma, deben perseguirse. La jurista asegura que la sociedad es cada vez más consciente de la gravedad de estos crímenes, pero que aún falta voluntad política para perseguirlos. “Las víctimas necesitan reparación en todos los estamentos”.
Pregunta. ¿Cuál es la situación actual?
Respuesta. Hay evidencias de violencia sexual en Siria, dentro del conflicto armado; la hubo en la república Democrática del Congo, en Libia, en Kenia, en Guinea. Pero también en Nigeria, donde no hay un conflicto, con los ataques de Boko Haram con los secuestros de chicas y los matrimonios forzosos. Porque estos crímenes contra los derechos humanos no solo se dan en el marco de una guerra.
P. ¿Qué motivación tienen estas agresiones?
R. Son ataques claros para humillar, vejar, asustar, para demostrar la fuerza, para someter a las víctimas… Pueden ser una forma de castigo o de tortura que se inflige a personas presas o detenidas. También se emplean como acciones ejemplarizantes, para demostrar al resto que esas personas no valen, que han perdido la guerra. Como cada acto para destruir al enemigo son una táctica, igual que quemar las casas, matar el ganado… Se trata de un acto de violencia contra los seres humanos: contra mujeres y niñas, pero contra hombres y niños también; y cada vez más se están empezando a visibilizar esos crímenes contra estos dos últimos grupos. Esto ayudará a tener una visión más global y más correcta de este tipo de prácticas.
P. ¿Existen mecanismos eficaces para perseguir estos delitos?
R. Estas agresiones contra los derechos humanos pueden perseguirse como crímenes de guerra si tienen relación con un conflicto armado, como crímenes de lesa humanidad si se dan en un ataque contra la población civil sistemático; o de genocidio si tienen intención de destruir a un grupo étnico, por ejemplo.
P. ¿Son complejos de probar?
R. Todos los crímenes internacionales son difíciles de perseguir. Pero la falacia de que los crímenes de violencia sexualizada son más complejos justifica que la impunidad prevalezca. Hay que investigarlos, perseguirlos, documentarlos y reparar a las víctimas. Lo que nos falta es la voluntad política tanto a nivel nacional como internacional. Estos crímenes ocupan un lugar central en el derecho humanitario, pueden ser perseguidos por el Estado donde se producen. Si no, podría hacerlo el estado de origen de las víctimas o donde están detenidos los agresores. Pero también se pueden perseguir desde otros lugares, aunque estos vínculos no existan, porque afectan a la comunidad internacional en sí. Forman parte de la jurisdicción universal.
P. ¿Qué hace falta para impulsar su persecución?
R. Para combatir la impunidad hay que combinar de manera realista las medidas políticas y los recursos disponibles. Hay que educar a la sociedad e informar sobre las mujeres y hombres que han sufrido violencia sexualizada. Los profesionales necesitan formación constante (los jueces, los investigadores, los profesionales sanitarios y sociales, las fuerzas de seguridad…), y también hay que tomar conciencia de que se necesitan fondos para poder reparar a las víctimas, algo que debe entenderse como un proceso normal de transición hacia la justicia.
P. Ha habido condenas importantes?
R. Se han dictado condenas por estos crímenes en el Tribunal Especial para la Antigua Yugoslavia, por ejemplo. Y los actuales procesos contra [Radovan] Karadzic [líder político serbobosnio] incluyen alegaciones sobre violencia sexual. También en los tribunales de Ruanda o de República Democrática del Congo, en las cortes especiales para Sierra Leona o Camboya; en Argentina, donde la violencia sexual se ha incluido entre los crímenes contra la humanidad. Además, ha habido condenas en la Corte Interamericana por violación de los derechos humanos que han recogido evidencias de violencia sexual. El desafío es ahora lograr una condena por violencia sexual en la Corte Penal Internacional.
P. Será útil la conferencia de Londres?
R. Servirá para visibilizar lo que está ocurriendo. Para impulsar medidas para frenarlo. No solo con el protocolo que se desarrollará para que se investiguen los casos, también porque se está poniendo el acento en que las víctimas deben tener reparación. Y en que esta sea en todos los estamentos. Soy optimista.


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